Paseando por la soledad de un descampado reestructurado, se encontraba un hombre con un perro gris, que parecía un fantasma, las batallitas contadas por un tal Rambo sobre su perro eran más ficción que realidad
Tres gatos blancos de la suerte de origen japonés que se bañaban en el color dorado de la suerte, eran su máximo opuesto en relación con lo animal
El misterioso dueño del perro su profesión era torero custodiaba un traje de luces en cada plaza de toros, sus viajes en el metro en lo más profundo del mundo subterráneo sus extraños bancos de metal con agujeros cuadrados, y su colección de tarjetas, y compras estrafalarias le hacían al misterioso dueño un hombre extraño
Los monólogos del solitario que intentaban conversar en vano
Apariciones del perro en ocasiones que casi nunca se le veía pero se oía un ruido a través del móvil del propietario
El color rojo de la ficción que se notaba en el ambiente lo hacían cada vez más extraño
La moneda que te desvelaba la identidad en dos caras, en donde venían grabados los datos del hombre y del perro, tenían un cincuenta por ciento de posibilidades de que fuese mentira o verdad
A quien se percibe primero al hombre o al perro en que lugar y a que hora sólo ocurrió un día indeterminado del resto del año
Se sabe que un día una persona indeterminada miro la hora se dio cuenta que era jueves, tras esperar la rutina y la monotonía entre la semana, con un ocio atrapado entre la red, tuvo la oportunidad de conocer en persona al dueño y al perro, pero sólo lo sabía él
En estático o en parado el perro era energía y combustión en plena carrera y movimiento
El perro nació en Europa y el destino cuando conoció a su dueño le tocó viajar a España, en un mundo urbano campestre y rural