Susana era una camarera de labios
voluptuosos rubia dudosa, caballota, sexy y caño, que viajaba desde el más allá
en coche, para trabajar en un bar de madera a lo antiguo, con diferentes tipos
de bebidas espirituosas, videoclips, ideal para chicas y chicos, conocida en el
bar por su amigo Mario, coctelero no residente en Madrid, sino en sitios del
sur con sol y playa.
Una lámpara tortuga encontrada en
mares de gran bravura, arrastrado en el pasado, a la orilla en costas gallegas,
y tierra nueva no conquistada por marineros ni barcos ni pescadores, era
testigo de la alegría de la gente
Tenía una amiga excéntrica y loca
de signo piscis como ella, monitora de aerobic de día fumadora empedernida de
tabaco, asturiana, y amante de la música de baile Llamada Lucía
Allí se presentaba un alemán
rellenito Llamado Darío de barba rubia, experto catador de cervezas, nunca se emborrachaba,
y le gusta el flamenco pero no lo entendía
Uno de los personajes era la
madurita de cuarenta y muchos, sargento de tráficos todos deseando cometer una
infracción en el coche y ser multados por esa morena, se llamaba Rebeca, mujer
de gintonic de alta graduación.
Presentándose noches de monotonía
de martes, de partidos de fútbol y películas españolas, y series surrealistas
de detectives
Y su marido galán conquistador,
Paulino, de su amiga especial, de barranquilla de profesión peluquera llamada
Lidia, que a veces la confundía con su amiga Elena
Toda esta variedad de personajes
pasaba por ese bar de nueve de la noche de martes a sábado
Y al día o a la semana siguiente,
la cámara volvía rodar la realidad de esos personajes de rones y gintonic, un
espejo sin director
Tras los cristales y dos puertas
de madera empezaba la función llena de trucos de magia espectáculo música y coctelera